viernes, 15 de abril de 2016

¿Qué esperar del fujimorismo?, por Martín Soto Florián

PERÚ EVENTOS EN VIVO.- Por: Martín Soto Florián / Abogado y director del Grupo Valentín Paniagua.
No hay nada moralmente bueno y rescatable en lo que el fujimorismo significó para el Perú. Keiko Fujimori ha tenido todo el tiempo del mundo, toda la oportunidad y todos los recursos, y, sin embargo, luego de, digamos, diez años, desconocemos por qué quiere ser presidenta, de qué se trata el fujimorismo y qué de bueno va a venir con él. 


Hace cinco años, flanqueada por Jaime Yoshiyama y su tío Santiago, en su cierre de campaña, Keiko dio vivas filiales a su encarcelado padre y, trayendo su memoria al estrado, lo elevó a la condición de prócer nacional, proclamando reiteradamente su régimen como el “¡mejor gobierno de la historia del Perú!”. 

El fujimorismo pos-Fujimori es exitoso. Ha consolidado una efectiva maquinaria electoral que funciona bajo el esquema tradicional de la política clientelar –y a la sombra del padre–, sin un verdadero esfuerzo por construir un partido. Fuerza Popular –esta es su nueva marca para esta elección– ha llevado una campaña prolija, lo mismo que su candidata. No hemos visto un “nosotros matamos menos” por allí y sí, en cambio, gente tirando centros a la tribuna contraria, haciendo gestos, pronunciando palabras otrora difíciles como “nunca más un 5 de abril”, y firmando compromisos. El fujimorismo pos-Fujimori entiende lo que tiene que hacer para ganar una elección y parece dispuesto a ello.

Sin embargo, muchas dudas quedan. ¿Cuál es la filosofía detrás de sus propuestas? ¿Qué ideas son las que sostienen sus legítimas aspiraciones? Hace falta hablarle a la gente de las grandes cosas, de la forma en que Estado, sociedad, trabajadores y empresa van a relacionarse. Sin filosofía y sin ideas no hay partido. Hay solo una organización más o menos cohesionada de personas que buscan resultados inmediatos. No nos engañemos.

En una campaña sin propuestas y contenidos, la ventaja que compartían “los peces chicos” es que presentaron algunas ideas de cambio, lo cual contribuyó a su crecimiento. Del otro lado de la vereda, este fujimorismo presentó nueva ropa, nueva marca y hasta hizo mea culpa, pero sigue falto de un discurso robusto y convocante, una gran idea sobre el país y la sociedad, más allá de crecer a tanto por ciento. Se trata un fujimorismo capaz de hacer una buena campaña sin producir un partido. El fujimorismo quiere el poder y el gobierno, y se encuentra muy cerca de conseguirlo. ¿Quiere algo más?

¿No es bueno que la señora Fujimori diga que no repetirá los delitos de su padre? ¿No sería bueno también que diga que no lo indultará y que se desmarque de mucha gente que todavía sigue a su lado? Pero ¿y si lo hiciera?

Si el fujimorismo ha llegado para quedarse, la pregunta que sigue es: ¿Qué le tenemos que exigir al fujimorismo? ¿Que nunca más vuelva al poder? Quizá de lo que se trate es de dar muestras claras de que puede cambiar bajo el liderazgo de Keiko. 

Si la meta de quienes no confiamos en el fujimorismo es que este desaparezca y estamos ad portas de que vaya a ganar, quizá es momento de replantear las premisas. Si el fujimorismo sin Alberto Fujimori se encuentra sólido en las preferencias y tras las elecciones no desaparece ni se debilita, sino que se fortalece y aggiorna, debemos encontrar alguna forma de enfrentar el desafío de la democracia... con ellos también. Fuente: www.elcomercio.pe

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