sábado, 27 de agosto de 2016

La ‘suerte’ y los desafíos de sacar el jugo a la abundancia

Foto: shantidasi.wordpress.com
PERÚ EVENTOS EN VIVO.-  Creo un poco en la suerte, pero sólo un poco. La mejor definición que he escuchado hasta ahora dice algo así como lo siguiente: “Suerte es estar preparados para cuando llegue la oportunidad”. Y en cada reunión que tengo con amigos y clientes, me queda claro que todos, absolutamente todos coinciden en que en los próximos cinco años tenemos frente a nosotros la oportunidad de consolidar lo avanzado, de seguir creciendo, de llevar a nuestras organizaciones al siguiente nivel de evolución.


La oportunidad está. ¿Estamos preparados?

Hace unos veinte años, fui a una charla de un representante del gobierno venezolano de entonces (antes de Hugo Chávez) que estuvo hablando sobre la importancia y los beneficios del petróleo para el desarrollo de su país. De pronto una venezolana que estaba en el público levanta la mano y comenta que en su opinión tener tanto petróleo es lo peor que le ha pasado a Venezuela en su historia. En economía existe un concepto conocido como la maldición de los recursos naturales. Básicamente alude a la alta dependencia que desarrolla una sociedad y una economía respecto de un recurso natural. Estuve pensando en lo que dijo esa venezolana cuando en el 2002 hice una presentación que titulé “Petróleo y Chávez”, en referencia a los riesgos que implicaba para el país que el precio del crudo estuviera subiendo tanto.

La abundancia de recursos naturales puede ser una maldición, ejemplos ‘abundan’. ¿Cómo habría sido nuestra historia si los españoles no hubiesen encontrado oro, si no hubiésemos tenido caucho, guano, anchoveta, gas? Totalmente diferente, sin duda. Por supuesto no habríamos gozado de los ingresos que recibimos por vender nuestros commodities, pero tal vez habríamos desarrollado otras capacidades, otras formas de generar valor, quién sabe si mejores y más sostenibles. Sin ironías ni mala intención, podríamos preguntar a las personas que llamamos discapacitadas o que enfrentan problemas de salud serios cuáles son sus bendiciones, y seguramente nos maravillaríamos con sus respuestas.

Planteo esta reflexión porque en mi opinión estamos en una coyuntura muy interesante, abundante en otro tipo de recursos: en poco tiempo, hemos salido de guerra interna, aislamiento financiero y crisis económica, crisis política, ‘superciclo’ de precios de commodities, y seguimos avanzando en la reducción de la pobreza, en el crecimiento de la clase media, en el desarrollo de ciudades intermedias, en la creación de mejores condiciones para el desarrollo de nuestro país. Hemos aprendido en el camino, hemos desarrollado capacidades que antes no teníamos. Hoy somos mejores estrategas que antes, mejores gestores, hacemos mejor uso de nuestros recursos. Incluso me atrevería a decir que dialogamos mejor como sociedad, que tenemos más claro que el crecimiento de las empresas y el desarrollo del país dependen de nuestra voluntad y capacidad de trabajar por el bien común, no sólo por el beneficio propio.

Claramente no ha sido suerte lo que nos ha traído hasta acá, hemos trabajado duro y parejo. Y debemos felicitarnos, celebrar nuestros logros. Pero nos falta mucho todavía. La oportunidad está. ¿Estamos preparados?

Nuestra respuesta dependerá de qué entendemos por progreso. Para mi gusto, estamos preparados a medias; el vaso está medio lleno. A nivel empresarial debemos ser más exigentes en el momento de identificar y explotar las fuentes de valor de nuestros negocios, más rigurosos para evaluar nuestras competencias y nuestros factores diferenciales. Debemos mantener el sentido de urgencia aun sin estar en crisis, como planteé en mi artículo anterior. Debemos ser directores proactivamente involucrados, impulsores de estrategias refinadas, de enfoques disruptivos, facilitadores de recursos, constructores de visiones comunes.

A nivel de la sociedad debemos comprometernos más, convencernos de que mientras más valor generemos para nuestros stakeholders, más valor generaremos para nuestros shareholders, que mientras más valor generemos para nuestros públicos de interés como la comunidad local, el medio ambiente, nuestros colaboradores, clientes y proveedores, más valor generaremos para los ‘accionistas’ de nuestra sociedad, que somos todos nosotros. Ése es el desafío. Fuente: www.semanaeconomica.com

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